Publicado por: Marcos Ros
Los foros de los profesionales de la información echan humo tras las declaraciones de Isabel Aguilera, directora de Google Ibérica, tras realizar la afirmación de que “nadie tendrá la necesidad de desplazarse a ellas (las bibliotecas) cuando las tenga en su ordenador”. Paso seguido sustenta esa afirmación señalando que el 10% de la información (imágenes, vídeos, libros, mapas, documentos, cuadernos de bitácoras, etc.) que se genera en el mundo se encuentra actualmente alojada en la Red y es previsible que esta cifra aumente a lo largo del tiempo.
Y no es sólo que las empresas y los particulares estén comenzando a volcar sus contenidos en la Red, es que Google está dispuesta a crear su propia biblioteca bajo el nombre de Google Books Search. Este proyecto de la empresa californiana tiene como finalidad la creación de una inmensa base de datos en la que figurarán desde incunables a libros con derechos de autor ya extinguidos. La previsión de Google pasa por escanear completamente el contenido de un total de 15 millones de títulos. Hoy en día, podemos prever lo que nos deparará el futuro cuando esta basa biblioteca esté disponible, ya que el buscador ha habilitado su pequeña biblioteca particular sobre William Shakespeare. Aquí, además de visualiar gratuitamente las obras del dramaturgo inglés, por ejemplo The Dramatic Works of William Shakespeare, podemos adquirir las obras que nos resulten de interés en alguna de las tiendas electrónicas que Google dispone. Sin embargo, a este macroproyecto problemas no le han faltado desde que se hizo público.
Por un lado, los gobiernos europeos se encuentran dispuestos a crear su propia biblioteca digital alternativa que haga frente a la cantidad de información que Google volcará en poco tiempo. Esta reacción nace por la preeminencia cultural del mundo anglosajón en los libros que Google va a escanear y volcar, por lo que las Bibliotecas Nacionales de los países que conforman la Unión Europea ya se encuentran desarrollando un proyecto conjunto similar al de Google con libros que se encuentren en sus fondos. También, el sector editorial comienza a posicionarse. En Francia, los editores están tratando de detener el proyecto en ese país por “copia” y “ataque al derecho de la propiedad intelectual”. Pero lo más curioso de todo esto es que no sólo Google está interesado en volcar información libre de derechos de propiedad intelectual estén disponibles en la Red.
Muchos proyectos particulares o gubernamentales tratan de crear bibliotecas digitales volcando contenidos libres de derechos a la Red. El más famoso es el Proyecto Gutenberg que permite su descarga completa, mientras que en el idioma castellano nos encontraríamos con la biblioteca virtual Miguel de Cervantes. Es bastante obvio que el futuro del libro va a pasar por su digitalización y por su difusión a través de Internet, como les está sucediendo a la música o al cine, pero el interrogante que todavía se mantiene es cuándo y cómo ocurrirá. La respuesta, por supuesto, depende mucho a quién acudamos.
El intelectual Umberto Eco ya se posicionó hace algún tiempo sobre el futuro del libro, Jeff Jarvis asegura que los libros desaparecerán como tales, por lo que el debate está servido, pero lo cierto es que el libro digital, a pesar de los avances que se han realizado en cuanto a tintas electrónicas y papel digital, todavía tiene muchos obstáculos que saltar para convertirse en un objeto de consumo masivo. Por otro lado, muchos digiterati (Intelectuales digitales) aportan nuevas ideas sobre en lo que el libro digital debería consistir.
De este modo, Kevin Kelly quiere ahondar en el debate propugnando que todos los libros se escaneen y se coloquen en Internet facilitando su acceso y, por lo tanto, a su conocimiento. Su iniciativa se llama "Scan this book!" en la que establece las ideas maestras de su iniciativa resumiéndola en la frase "en la biblioteca universal, ningún libro será una isla". Con esto quiere decir que la versión digital de un libro sería su versión líquida en la que podríamos poner enlaces y utilizar tags (etiquetas) para categorizarlo. Por otro lado, Bob Stein, director del Instituto para el Futuro del Libro, asegura que los libros en la Red deberían ser completamente interactivos al estilo weblog, promulgando de esta forma que el propio libro participe de la conversación que se genera en torno a él.
Personalmente, no creo que las bibliotecas vayan a desaparecer, al igual que el libro impreso, sin embargo las iniciativas para digitalizar el libro son numerosas y no sólo Google está dispuesto a ello. Considero que la idea de Isabel Aguilera pasaba más por la representación de una idea que una afirmación categórica, aunque es cierto que aún está lejana en el tiempo. Los agoreros sobre el fin del libro tal y como lo conocemos hoy en día, el fin de las bibliotecas y, por ende, de los profesionales que trabajan en ellas está todavía muy lejano (A no ser que las propias administraciones se encarguen de ello).
El libro digital aún tiene muchas barreras que saltar hasta que se popularice su formato, los avances en las tintas digitales o en el papel digital comienzan a ser espectaculares y los bibliotecarios no deberían alarmarse por el avance de la tecnología.
Los bibliotecarios son, ante todo, profesionales de la información, profesionales dispuestos a ofrecer las herramientas necesarias a sus usuarios para localizar la información que necesitan, a fomentar el acceso universal a la cultura y a distintos puntos de vista de un mismo tema. La Red es una revolución en muchos campos, también en el acceso y el consumo de la información, pero lo bien cierto es que siempre habrá libros, digitales o impresos, y seguramente alguien deberá gestionarlos para hacerlos accesibles. Debemos de tener presente que o abrazamos la tecnología o nos apartará con un empujón y esto es aplicable en muchos ámbitos de la vida que nos espera.
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